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¿Se han puesto a pensar qué es lo que más echaron de menos en este cuarentena?

Si hay algo que extraño son los abrazos. En casa tengo, los de mi familia (aunque con

adolescentes no siempre son fáciles de lograr, yo no cejo en el intento). Pero extraño el abrazo de mis amigos, quedarme un ratito ahí en silencio, enredada entre brazos. Extraño abrazar a mi madre, que cada vez está más chiquitina y cabe mejor en el hueco de mis brazos. Extraño coger sus manos entre las mías. Extraño el abrazo de los niños. Un gesto tan natural en ellos y que, nosotros como adultos, sin darnos cuenta lo vamos perdiendo o espaciando en el tiempo.

Está demostrado por la neurociencia la relación directa entre los abrazos, el contacto piel a piel, con nuestro estado emocional. En una investigación, Michael L. M. Murphy, Denise Janicki-Deverts y Sheldon Cohen nos cuentan como el abrazo amortigua los cambiosperjudiciales en el afecto. Diferentes autores nos han explicado cómo el contacto físico nos provoca una explosión de hormonas.

Sabemos cómo la oxitocina y la dopamina alivian la soledad y el miedo, que ayudan a bajar el cortisol, hormona por excelencia del estrés y el estado de alerta.

Y es que el abrazo es terapéutico. Según Elsa Punset necesitamos tocarnos: ̈un abrazo de al menos 6 segundos genera la química del bienestar ̈.

Más allá de la bioquímica del abrazo, esto me hace pensar en toda la gente que ha pasado este tiempo de aislamiento en soledad. Que si bien algunos han mantenido contacto vía redes, otros sólo habrán tenido un mínimo contacto con el familiar, vecino o voluntario que le acerca la compra.

Distanciamiento social, dos metros de distancia, mascarillas, guantes. Parece que serán términos que nos acompañarán por un largo tiempo en esta nueva realidad que nos toca vivir y marcarán las características de nuestra vida social.

Con la virtualidad de nuestros días hemos puesto el acento en las palabras y la

imagen y nos estamos perdiendo la piel.



La buena noticia es que la oxitocina se encuentra en la base de la EMPATÍA, por lo tanto es un factor muy importante en nuestra interacción con otros. En estos tiempos de economía de abrazos y contacto físico, de sonrisas escondidas por barbijos, toman mayor importancia los gestos amables, el hablar mirándonos a los ojos y el cómo decimos las cosas. Saber escuchar, prestar atención a los tonos de voz, los silencios. Ofrecer nuestra ayuda y respetar las sensaciones de los demás.


Como dice Galeano, ̈Me desprendo del abrazo, salgo a la calle ̈.


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